Instrumento definido como hoja de ruta para delinear el trabajo en ciencia, tecnología, conocimiento e innovación es el primero en el país y tenerlo se asume como un avance.
Fortalecimiento del ecosistema de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación; capacidades institucionales, vinculación con la sociedad y futuro. Esos son los cuatro ejes de acción priorizados por el Gobierno y que definen la primera Política Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (Ctci).
Publicada en el Diario Oficial este 27 de octubre, el documento mandatado por la ley que dio origen al Ministerio de Ctci, que este octubre cumplió su primer año, presentado por el ministro Andrés Couve, es la hoja de ruta que guiará los principales pasos que tracen el rumbo del desarrollo en dichas áreas bajo la nueva institucionalidad, de cara a los próximos dos años.
Más de mil investigadores, emprendedores, innovadores, académicos y autoridades políticas de los gobiernos regionales y funcionarios, aportaron con ideas y conocimiento para su elaboración, cuenta Paulina Assmann, seremi de la Macrozona Centro Sur del Ministerio de Ctci, precisando que “en la Macrozona aportamos con más de 100 personas relacionadas al área, lo que nos deja muy contentos, porque logramos obtener la visión de quienes han trabajado por años en torno al tema”. Este trabajo participativo permitió identificar fortalezas y oportunidades del ecosistema Ctci, pero también brechas, lo que orientó la creación de los ejes de la herramienta y definir cómo implementarlos.
Por eso, desde su rol como autoridad de la cartera y como astrofísica de Concepción, está convencida de que contar con la primera política nacional de Ctci “es un avance”. “Ayuda a reforzar el trabajo que se ha realizado en el pasado para fortalecer el futuro, donde la economía de nuestro país se vaya diversificando y se vaya impulsando el desarrollo de talentos en el ecosistema de Ctci, promoviendo la vinculación de un sistema que pocas veces ha influido en la creación de políticas públicas para Chile, por lo que es una gran noticia que contemos con este material”, apunta.
La base de la Política Nacional, la convicción del entorno, es que “Ctci son agentes transformadores claves para lograr un desarrollo sostenible integral, que contribuya siempre a mejorar la calidad de vida de las personas y el desarrollo territorial con identidades locales”, manifiesta Assmann.
Mirando ese horizonte, los resultados se van a ver a través del diseño de políticas públicas y un plan de acción que coordine el trabajo de los actores involucrados, abordando sectores de forma priorizada. Al respecto, especifica que “cada uno de los ejes aportará con distintas capacidades institucionales, que buscan la vinculación con la sociedad, pensar en los retos del futuro y el levantamiento del Data Observatory, que en primera instancia reuniría datos astronómicos, y el Observatorio de Cambio Climático. En el de fortalecimiento del ecosistema de Ctci, queremos potenciar las capacidades que ayuden a desarrollar un Plan Nacional de Centros de Excelencia y un plan de Capital Humano Avanzado, desarrollando las capacidades regionales en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), y fortaleciendo los que ya existen, como la Anid y la red de laboratorios nacionales de servicios tecnológicos”.
En ese sentido, también dice que se apunta a fortalecer la inversión que se realiza en I+D+i en Chile.
Es un trabajo de largo aliento, reconoce, el Ministerio es de creación reciente, pero la autoridad regional cree que “podremos ver el desarrollo de las capacidades científicas y tecnológicas del país, al mismo tiempo, que formamos mejores profesionales especializados para Chile y nos acercamos más a los modelos de otros países, que cuentan con un posdoctorado dentro de su grupo de trabajo para potenciar sus emprendimientos y obtener mejores resultados”.
La Política Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación se asume como un hito, reconocimiento y necesidad por quienes forman parte de dicho ecosistema.
Tener el primer instrumento que da lineamiento oficial en esas áreas “valida los criterios por los cuales la ciencia hace su aporte al desarrollo” para el doctor Luis Lillo, vicerrector de Investigación y Posgrado de la Universidad del Bío-Bío. “El país necesita tener políticas claras para avanzar. Éste es un paso trascendental, en donde se combinan potencialidades iniciales de ciencias básicas, donde nacen y se desarrollan las investigaciones; y la tecnología e innovación, donde se busca transferir el conocimiento y desarrollos, y tener impacto en la sociedad”, manifiesta la doctora Lorena Gerli, directora de Investigación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Con esto a la base, se aspira a cimentar un progreso en el que “la creación de conocimiento tenga la relevancia en la visión de país que deseamos”, asevera la doctora Andrea Rodríguez, vicerrectora de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Concepción.
Es que investigadores e investigadoras no trabajan sólo para saber más. Si bien la curiosidad es combustible, el motor es contribuir con conocimientos y avances que se traduzcan en soluciones a necesidades reales de la población. Algo en lo que coinciden los representantes de las universidades de la Región, pero sobre todo en su rol de científicos, es que reconocer ese trascendental papel debe acompañarse de apoyos concretos para avanzar cada vez más.
La política pública es uno en sí mismo y también las otras acciones a las que conduzca, sobre todo hacia más financiamiento. Es el talón de Aquiles de Chile, en que aún se está definiendo el presupuesto del Ministerio de Ciencia en un contexto marcado por los escasos recursos, advierte Rodríguez, ya que “nuestro país invierte sólo un 0,4% del PIB a la ciencia; número muy alejado del 2,4% del PIB que es el promedio de inversión de las naciones de la Ocde”, añade Lillo.
De ahí que saben que queda mucho por hacer y avanzar, pero la política es un importante primer paso. Y lo que más resalta la doctora Rodríguez es que ésta establece “el rol prioritario de las universidades en el sistema de ciencia y así, manifiesta la necesidad de articulación con otros Ministerios donde radica la regulación y gestión de la educación superior”. Al respecto, asevera que “una política que explícitamente hable de igualdad de oportunidad sirve de base para defender que la ciencia de calidad se puede hacer también desde regiones”.
Es que experticia, capacidades, hay suficientes a nivel regional y son competitivas a nivel mundial. Son largos los años que vienen trabajando investigadores y académicos de las distintas universidades locales, en las más diversas áreas del conocimiento, haciendo tantas relevantes contribuciones que resaltar las mejores es imposible, pero mirarlo desde la producción científica y adjudicación a fondos puede ayudar a dimensionarlo. Lorena Gerli precisa que “en ciencias básicas hay una alta participación de investigadores regionales en artículos científicos en revistas WoS y adjudicación de proyectos Fondecyt; y también en el área de innovación, ya sea patentando o participando en proyectos competitivos de transferencia tecnológica”.
Aún así, el ítem económico vuelve a aparecer como un reto nacional de manifestación regional, porque la falta de recursos suele ser la dificultad, por lo que con todo lo que establece la Política Nacional “se espera que los recursos sean homogéneos para las universidades regionales, al igual que las adjudicaciones a proyectos”, asevera Gerli.
Resuelto lo anterior, el doctor Luis Lillo plantea que tener este instrumento y pensar en los avances que promueva, estimula a los investigadores a vigorizar lo que vienen haciendo con éxito y hace años. Además, por lo que establece y a lo que apunta, “también nos ayudará a responder de manera coordinada a las urgencias que tiene la sociedad, como el cambio climático y el fortalecimiento de nuestra democracia”, concluye, porque está claro que los científicos son parte esencial en la búsqueda de soluciones.