Uso de tecnología puede ser de aporte socio-afectivo en niños
26 de Septiembre 2020 | Publicado por: Natalia Quiero
Compartir, vincularse y convivir con otros es parte de la naturaleza del ser humano e influye en el desarrollo integral en la infancia y adolescencia. En el confinamiento hay que procurar que distancia sólo sea física, aprovechando las herramientas.
Los humanos somos seres sociales por naturaleza. Está en nuestro ADN la necesidad de vincularnos, vivir y convivir en sincronía con otros.
Como tal, el contacto social, el encuentro, el diálogo y la recreación en conjunto, como parte del complejo proceso de socialización, influyen en el desarrollo y bienestar mental y emocional a lo largo del ciclo vital, con implicancias tan diversas como son las distintas etapas de la vida y las personas, según explica el psicólogo clínico infantil Pablo Vergara, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC), estamento donde es director de Vinculación con el Medio y Comunicaciones.
De ahí que cuando los espacios de reunión con otros faltan, cuando hay límites para estar con los seres queridos, puede resultar en extremo triste, frustrante o estresante, afectando el estado de ánimo y la calidad de vida cotidiana de personas de todas las edades. Sensaciones que gran parte de la población ha estado experimentando tras seis meses de aislamiento y confinamiento voluntario u obligatorio y suspensión total de clases o de actividades de grupos grandes, entre otras restricciones implementadas o recomendadas por la autoridad sanitaria en virtud de evitar riesgos y controlar la crisis sanitaria de la Covid-19.
Y la situación de niños, niñas y adolescentes, que no están yendo al jardín infantil o colegio, que no pueden estar con sus compañeros y amigos, que no tienen la posibilidad de compartir con pares en sus espacios más íntimos, merece atención, debido a que el contacto social, la vivencia y convivencia con otros es importante para el desarrollo integral, plantea el profesional, que es magíster en Psicología del Desarrollo Infanto-Juvenil, candidato a doctor en Salud Mental e integrante del Observatorio de Parentalidad de la UdeC.
Implicancias
Para comprender lo anterior, Vergara detalla que “en la infancia temprana e intermedia el contacto social con otros le permite a niños y niñas la promoción de espacios de regulación emocional. Además, el juego con pares desarrolla o fortalece diversas habilidades o competencias”. Controlar la ansiedad por separación, tolerancia a la frustración, empatía y respeto son algunos ejemplos.
Añade que “en la infancia tardía empiezan a tomar una mayor relevancia los pares, porque los niños van entendiendo sobre la amistad recíproca y todos los procesos de autorregulación o competencias normadas desde la etapa anterior se despliegan de una manera súper potente”. Y es en el contacto y vinculación con otros donde, efectivamente, ello se pone en práctica.
En adolescentes, la falta de contacto social y, principalmente, no poder compartir con sus pares y amigos “impacta en la pertenencia y referencia con grupos sociales. El no contacto social-físico podría generar una tensión en ellos”, aclara el psicólogo.
Parece un panorama complejo y hasta alarmante. Pero lo cierto es que el profesional hace énfasis en que en un largo periodo donde “quedarse en casa” y “mantener la distancia” se han vuelto los mantras, hay que promover también que “la distancia debe ser física y no social”, precisa, por un lado, y por el otro, llama a tomar consciencia que si bien el contacto y convivencia en el plano físico son importantes, como seres humanos podemos adaptarnos y así como tenemos muchas formas para relacionarnos también espacios para ello. Y un mundo de posibilidades lo ofrecen las nuevas tecnologías, a las que llama a aprovechar y también permitir que los hijos lo hagan.
Espacios virtuales se pueden resignificar en el cuidado de los afectos
Estar confinados, evitar salir y las actividades con otros, hoy son una cuestión vital, pero eso no debe significar descuidar los afectos o no satisfacer la natural necesidad de compartir con otros.
Ahí está el gran el valor que las nuevas tecnologías tienen para mantener y cuidar las relaciones humanas, desde la perspectiva de Pablo Vergara; porque en esta era, la digital, Internet, el desarrollo de múltiples plataformas, la penetración de los dispositivos digitales, han eliminado como nunca los límites de tiempo y espacio para acceder a la información, el entretenimiento, comunicarse e interactuar con otros en los más diversos ámbitos, como el educativo y laboral, pero también en la primigenia necesidad de contacto social y de mantener los vínculos afectivos.
Resignificar
Recalca que hoy se puede y deben aprovechar todas las herramientas disponibles, tanto por los adultos como también por parte de niños y adolescentes, donde muchas veces serán los padres quienes deban promoverlo o enfatizar el sentido y así, también, experimentarlo. Esto, porque si bien muchos menores acostumbran a interactuar con sus amigos a través de redes sociales digitales y servicios de mensajería o al jugar un videojuego en línea que les permite dialogar mientras disfrutan de la misma actividad, o bien, conectarse a través de Zoom o Google Meet para asistir a una clase, no siempre hacen un uso recreativo con una intención social-afectiva o no lo perciben.
Ahí, quizá, es que muchos padres asocien la exposición a las nuevas tecnologías a pérdida de tiempo o algo nocivo si no se trata de asistir a clases a distancia. Algo que debería cambiar, pues el psicólogo de la UdeC Pablo Vergara, plantea a padres y adultos responsables del cuidado, pero incluso para ellos mismos, que deben avanzar en valorar no sólo las conexiones por asuntos escolares, pues asevera que “si los espacios virtuales son resignificados hacia esos aspectos que nos dan ventaja, como comunicarnos e interactuar con otros, nos permiten cuidar los afectos”.
Ya no se trata sólo de leer un mensaje o escuchar la voz en una llamada, sino también de videoconferencias y así como las plataformas de este tipo se han transformado en sala de clases u oficinas, pueden ser el patio del colegio, el parque al que ya no pueden ir los niños a compartir con pares o la sala de estar del amigo al que no pueden ir a visitar.
En la práctica, buenas ideas pueden ser que padres y apoderados organicen o promuevan el hacer reuniones de esparcimiento por videoconferencias en el caso de infantes pequeños, mientras que en el caso de aquellos más grandes y adolescentes está el permitir que las actividades de contacto social entre pares se hagan realidad y no prohibirlas o restringirlas, entendiendo la relevancia que el contacto social tiene en el desarrollo y bienestar de los hijos, junto a la posibilidad que existe de desplegarlo en espacios distintos al presencial.
Orientar y acompañar
Promover el uso social de las tecnologías nada tiene que ver con ser permisivos y despreocuparse, porque es allí donde radican los problemas con las nuevas tecnologías que, a veces, les ponen un velo negativo que suele destacarse más que el lado ventajoso o favorable.
Uno es “el hecho de que se ha descuidado el uso que niños, niñas y adolescentes realizan de las tecnologías”, sostiene Tabita Moreno, académica de la UdeC y doctora en Comunicación y Medios Digitales. La realidad es que al pensar en el espacio físico, plantea, “cuando los hijos son pequeños, los padres se mantienen pendientes y determinan con quiénes el niño o la niña se relaciona, si sale o no de casa, hacia dónde va y con quiénes se reúne”, mientras que “no se muestra el mismo control o preocupación cuando los niños se conectan a Internet. Por tanto, se exponen al consumo de información y a la conexión remota con otras personas sin la supervisión y orientación apropiada y necesaria”.
En ello se esconden los distintos riesgos de la exposición a pantallas e Internet, desde los visuales hasta el acceso a contenido o situaciones que sean perturbadoras y que afecten su bienestar.
¿Cómo enfrentar el problema para hacer un uso provechoso, con sentido, de las nuevas tecnologías? Aunque son múltiples los factores que pueden interferir, al centrarse en lo familiar y entendiendo que las familias son el principal y primer agente de socialización y de educación, la clave está en tener para las actividades de los hijos en el espacio virtual la misma preocupación y agudeza que se tendría en lo presencial, pues es básico y debe ser permanente “la orientación y acompañamiento del uso de tecnología y consumo de información (de los niños y adolescentes) por parte de los padres”, enfatiza la doctora Moreno.
Como consejos pilares con este fin, el psicólogo Pablo Vergara menciona instruir a los niños, hablar sobre riesgos y también ventajas de usar bien la tecnología, enfatizar el sentido social y afectivo de las interacciones, y así también poner reglas en relación a horarios, sitios donde se pueden usar las tecnologías e incluso la disposición de la pantalla, entre otros.