Señora Directora:
En esta época, las familias suelen dedicar tiempo y esfuerzo a planificar las actividades de fin de año. La cena, la adquisición de regalos para los seres queridos u obsequios corporativos son parte de una tradición que se repite año tras año. Algunos también realizan largos viajes para reencontrarse con sus familiares.
No obstante, es fundamental reflexionar sobre el impacto ambiental que estas costumbres pueden generar. A saber, de acuerdo con investigaciones, en Chile, se pierden más de 5 millones de toneladas de alimentos cada año. Este desperdicio no solo implica una pérdida económica, sino también un impacto negativo en el medioambiente. Hace algunos años, la comisión EAT-Lancet ha propuesto una dieta sustentable que podría satisfacer la demanda de comida para 2050. Esta dieta recomienda la reducción drástica en el consumo de carnes y azúcares. Sin embargo, nuestros patrones de consumo actuales, especialmente durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, distan mucho de esta recomendación. Otra arista preocupante es el consumo de ropa. Cada año, millones de toneladas de prendas de vestir son descartadas en todo el mundo. En Chile, una parte considerable de estos desechos textiles se acumula en el desierto de Atacama, formando una pila que crece a un ritmo de 39.000 toneladas por año.
No se trata de dejar de disfrutar las fiestas, pues merecemos un momento de descanso, alegría y reunión con nuestros seres queridos. Pero es posible hacerlo de forma consciente, considerando el impacto ambiental de nuestras acciones. Adoptar una actitud más responsable en la compra de alimentos, la selección de regalos y la adquisición de ropa no solo contribuirá al bienestar de nuestro planeta, sino que también nos permitirá celebrar de manera más sustentable. Hagamos de esta Navidad una oportunidad para reflexionar y cambiar nuestros hábitos de consumo. Así como nosotros, la Tierra también merece un descanso.
Dr. José Ignacio Hernández-USS