Señora Directora:
La Educación Parvularia ha recorrido un largo camino, consolidándose como una etapa clave en el desarrollo humano. Desde sus inicios, ha evolucionado en función de los avances científicos sobre el progreso infantil, y hoy es vista no sólo como un derecho, sino como una inversión esencial para el futuro de niños y niñas.
En sus orígenes (1837), el pedagogo alemán Friedrich Froebel fundó el primer kindergarten en Alemania. Su enfoque revolucionó la educación, demostrando que los niños aprenden mejor en un entorno estimulante que fomente la exploración y el descubrimiento.
La educadora austriaca Leopoldina Maluschka lideró en Chile la creación del primer curso de formación de kindergaterinas y el primer kindergarten popular para niños y niñas de familias vulnerables. A principios del siglo XX, Montessori introdujo el concepto de los “ambientes preparados”, donde los infantes son protagonistas de su aprendizaje, promoviendo la autonomía y la responsabilidad. Piaget, por su parte, destacó que el desarrollo cognitivo es un proceso gradual, donde los párvulos “construyen activamente” su conocimiento mediante interacciones con su entorno.
A mediados del siglo XX, la Educación Parvularia fue reconocida como un componente esencial en la formación del individuo. El informe de la UNESCO de 1949 denominado “La educación en el primer ciclo de la infancia” marca a un hito en el reconocimiento global de la educación infantil como un derecho humano. Este período también contempló la incorporación de esta metodología educativa en la capacitación de profesionales universitarios y en los sistemas de enseñanza en Chile y otros países.
Las investigaciones han demostrado que un aprendizaje temprano de calidad tiene un impacto significativo en la reducción de la pobreza y la desigualdad social, especialmente en contextos vulnerables. Además, la educación inclusiva se ha fortalecido, garantizando que todos los niños y niñas, independientemente de sus capacidades u origen socioeconómico, tengan acceso a una educación de calidad. A pesar de los avances, persisten desafíos como la falta de recursos, una baja postulación a las universidades y una capacitación insuficiente de los educadores en ejercicio.
Por lo mismo, es fundamental seguir invirtiendo en esta etapa crucial de la enseñanza para construir sociedades más justas, inclusivas y preparadas para los retos del futuro.
Leonor Cerda/Udla