Señora Directora:
El fin de semana electoral (sábado 26 y domingo 27 de octubre), los vocales de mesa enfrentamos condiciones que vulneraron nuestros derechos fundamentales. La falta de capacitación y la carencia de condiciones básicas marcaron una experiencia agotadora y carente de respeto. Con jornadas que comenzaron al amanecer y terminaron en la madrugada del día siguiente, la ineficiencia del sistema y la precariedad laboral quedó en evidencia. Sin pausas ni acceso adecuado a comida y agua, sin tiempos para ir al baño, se violó el derecho al descanso y condiciones laborales justas, establecido en el Artículo 19 N°16 de la Constitución de Chile y el Convenio N°1 de la OIT. Además, al estar todo el día en sillas incómodas (porque son de salas de clases de niños) sufrimos dolor de espalda, dolor de cuello y dolor de muñeca al no tener apoyo para los brazos; tuvimos que aguantar el frío de la mañana, el calor de la tarde y el frío de la noche. Se transgredió el derecho a la salud y seguridad laboral (Ley N°16.744), afectando nuestro bienestar físico y mental.
La falta de condiciones mínimas también atentó contra nuestra dignidad humana, principio consagrado en el Artículo 1 de la Constitución, además de contradecir el Convenio N°102 de la OIT. Sin acceso a elementos de primera necesidad, como agua, alimentos o transporte seguro al finalizar la jornada extensa, los vocales quedamos en una situación de desprotección total, sin la seguridad que cualquier otro trabajador en una jornada prolongada debería tener.
Ser vocal de mesa es vivir en carne propia el abandono del sistema. Es exponerse a jornadas extenuantes, a condiciones precarias y a una indiferencia institucional que se disfraza de “civismo”. Nos llaman a cumplir un deber, pero se olvidan de cumplir el suyo con nosotros. No es patriotismo, no es civismo, es explotación.
Constanza Saavedra
Vocal de mesa
Periodista