Señora Directora:

La confirmación del cierre indefinido de la Siderúrgica Huachipato era una situación inevitable. La aplicación de sobretasas por parte del gobierno era una medida temporal, y no existía seguridad de que esta se mantuviera.

Ninguna empresa puede tomar decisiones de mediano o largo plazo bajo ese escenario de incertidumbre. Por otro lado, esta medida viene en la antesala del vencimiento de las sobretasas y de la segunda audiencia de la Fiscalía Nacional Económica para investigar el eventual dumping del acero chino.

Sin embargo, creo que esta vez el impacto económico sobre la región es menos incierto que hace unos meses. En mi opinión, la economía regional ya debe haber internalizado -al menos parcialmente- un eventual cierre de Huachipato.

No obstante, el impacto en miles de familias que dependen, directa o indirectamente, de Huachipato no será menor. La industria del acero es muy específica, y no es fácil reubicar o convertir a los trabajadores de este sector. Por lo tanto, tampoco es fácil que los trabajadores que serán desvinculados puedan encontrar una alternativa en el corto plazo, a pesar del anuncio de Huachipato de medidas de mitigación.

Finalmente, a todo esto, se suma el impacto emocional del cierre de una empresa histórica en una región ya deprimida económicamente y, fuertemente, dependiente del sector de manufactura.

José Ignacio Hernández
Académico investigador
Universidad San Sebastián