El diálogo y la amistad

Señora Directora:

De acuerdo con Santo Tomás de Aquino, toda conversación es una contemplación. Si pensamos en un vínculo donde el diálogo debe estar presente en todo momento, sin dudas, que el matrimonio será uno de los primeros en venir a nuestra mente.

Y es que el matrimonio es un vínculo que alimentan el espíritu del otro sobre la base de la amistad entre los cónyuges. Es una relación de amistad profunda que busca promover al otro e impulsar a ambos en dirección a hacer crecer y profundizar el amor para ir adelante en la vida.

Esta cercanía da origen también a una sincera compasión en la amistad que deriva en sentimientos como la ternura, que acoge, auxilia y ayuda a caminar, en el marco de un paciente realismo que sostiene el amor, lo hace madurar y lo ahonda.

Es en el matrimonio donde se puede contemplar el esplendor de una persona, renovando continuamente los sentimientos de asombro ante el otro, y para eso, se debe comprender que la vida familiar no es ni cómoda, ni fácil ni apacible muchas veces, y esta avanza, se desarrolla y fortalece transitando en medio de sus crisis. Crisis por el inicio de la convivencia juntos, la llegada de los hijos, su crianza, luego su adolescencia, su partida, la vejez de los propios padres. Como así las crisis que sobreviene por la enfermedad, la pérdida del trabajo, la pérdida de algún ser querido, nuestros propios temas personales no resueltos, por ejemplo. Ante esto, las crisis se presentan como una oportunidad para afinar el oído del corazón y generar mayor diálogo, ya que toda crisis esconde una novedad, un tesoro, un nuevo comienzo, brindándonos la oportunidad de profundizar con paciencia en la amistad conyugal, auxiliando y buscando apoyo, evitando permanecer en la ira, la amargura, el desconsuelo o la beligerancia, abrazando de modo renovado la esperanza que nos abre el futuro.

Klaus Droste/USS