Señora Directora:

De seguro no será la última vez, y la dura historia de los porteños lo confirma, de tiempo en tiempo la naturaleza se encarga de ponerlos a prueba, terremotos, incendios, son los desafíos, que sin dar mayores explicaciones, sin ser invitados, se llevan preciosas vidas, ilusiones, sueños, viviendas, enseres, todo, dejan- do una estela de dolor y desolación.

Lo que es verdad, es que hay que vivir en Valparaíso, para poder en- tender como después de todas las tragedias que le han asolado, los porteños se levantan y vuelven a creer en un futuro mejor, es como que están hechos para las adversidades, son generaciones y generaciones que han convivido con el rigor, y en donde sus principales preocupaciones, en todo momento, en las duras y en las maduras, están puestas en sus familiares y en sus queridas e inseparables mascotas, todo lo demás, lo material se puede volver a luchar para volver a tener, la vida no.

Quiero traer al presente una escena que vi, tras el gran incendio en diciembre del 2019 en los cerros de Valparaíso, el reencuentro de un niño muy pequeño, con sus mascotas, su gato atigrado y su perro de orejas tristes, quién a su manera lo consolaba y lo hacía sentirse en parte mejor, al menos estaban juntos, y así como esta deben haber cientos de instantáneas que cristalizan la relación sin condiciones entre los porteños de corazón verde y su querido Valparaíso.

La Estrella de Valparaíso tituló el pasado sábado lo ocurrido como Apocalíptico, verlo por la TV es una cosa, pero vivirlo en vivo y en directo, definitivamente fue y sigue siendo Apocalíptico.

Luis Enrique Soler Milla