Carta a la directora

Adultocentrismo

Por: Diario Concepción 15 de Enero 2024

Señora Directora:

En mi última carta al director publicada en este diario, expuse mi preocupación por la casi nula participación de mi generación en tópicos de la política, enfocándome en sus causas y posibles soluciones. Sin embargo, hoy me veo en la necesidad de volver a escribir, pero desde la perspectiva de la otra cara de la moneda que al igual que la anterior despierta mi inquietud, ya que es uno de los motivos que re- percute fuertemente en los adolescentes que, como yo han decidido involucrarse y participar en temáticas vinculadas al plano político. En la misiva de hoy quiero referirme al adultocentrismo.

En primer lugar, quisiera mencionar el origen del fenómeno para quienes no estén familiarizados con el término; se cree que nació al inicio del periodo de transición humana al sedentarismo, representado en cuidado excesivo hacia individuos jóvenes (usados como botín de guerra en ese entonces). Esta sobreprotección ha perdurado hasta nuestros días, convirtiéndose en una especie de dictadura eterna en contra de los niños, niñas y adolescentes, limitando nuestra capacidad de decisión personal, de construir nuestro propio juicio o de interactuar y participar en decisiones que nos afecten directamente, solo por el hecho de ser personas “menos experimentadas” ante aquellos adul- tos de apenas unos años de diferencia y que por norma de la vida mantienen una opinión considerada más relevante que la de cual- quiera de nosotros aun cuando se tengamos los mismos derechos, ¿Qué sentido tiene?

Por mi parte, considero que, en una sociedad preocupada por la baja participación ciudadana de jóvenes, tal tipo de fenómenos sociales ni siquiera deberían existir. Es injusto que aún en nuestros días sigamos subestimando la opinión de los niños, niñas y adolescentes, provocando así la reducción de oportunidades para la colaboración democrática. Cuántas ideas llenas de sana creatividad se han perdido por la soberbia de quienes sienten ser superiores a nosotros y nosotras. A mi parecer, la solución inicia por cortar este dilema desde la raíz, cómo lo hacemos es complejo, más no imposible, tal vez si empezamos a mirar el mundo con ojos de niño, de niña o de adolescente, elaborar cambios a partir la Educación e incluso en la crianza, haciendo gestos tan simples como dar el espacio a opinar a las generaciones nuevas, que nos apoyen cuando tomamos de- cisiones, en general, no limitarnos. Probablemente el problema mayor será para aquellos que han normalizado el adultocentrismo toda su vida, inmersos en un sistema que también lo hace.

Ante esto, mi llamado es a la reinvención de quienes han vivido más que nosotros y nosotras, a que fomenten la participación política de las nuevas generaciones, apoyen a los que hemos elegido participar. Cambiar nuestro propio espacio depende de estos pequeños gestos y de mirar el mundo desde la vereda de niños, niñas y adolescentes.

Diego Tapia Michea Estudiante Secundario

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