Señora Directora:
Hace algunos días, se realizó un congreso sobre el uso estadístico de registros administrativos de la población. Esto es muy positivo, pues la experiencia internacional, en particular en países como Estados Unidos, Francia o Canadá, muestra que su uso mejora la calidad de los productos generados por las agencias estadísticas.
Por ejemplo, Statistics Canada, la agencia federal canadiense de estadísticas, es la encargada de depurar y analizar los datos administrativos provenientes de declaraciones tributarias, datos de defunciones, el censo, y además de gestionar y producir encuestas de empleo, caracterización socioeconómica, y, por supuesto, medir la inflación.
Combinar los datos administrativos, con datos de encuestas o el Censo tiene múltiples ventajas.
Una de ellas es que en el caso del Censo poblacional no sería necesario preguntar por datos de ingreso formal, pues estos estarían disponibles en las declaraciones tributarias. Otra, tiene que ver con una mejor forma de medir ciertos indicadores, como el nivel de pobreza y desigualdad. Esto último, permitiría, por ejemplo, responder oficialmente si la desigualdad ha disminuido o no en los últimos 30 años. Sin embargo, para que esto se concrete se necesita una agencia estadística independiente, que no esté supeditada a un ministerio en particular, y, por tanto, al ciclo político y que cuente con mayores facultades, como tener acceso a datos tributarios. En el siglo XXI, los datos son la nueva divisa.
Por ello, se debe proyectar al INE como un organismo autónomo, similar al Banco Central de Chile, con mayor acceso a la información, para hacer un buen uso de ella.
Pablo Gutiérrez
Académico U. de Chile