
Señora Directora:
Escribo esta carta con el objetivo de dar a conocer algunas inquietudes que he tenido este último tiempo, centradas mas que nada en el ámbito psicológico del chileno, el cual se ha ido deteriorando a un ritmo alarmante en estos últimos años.
Esto no es coincidencia, ya que nuestro país viene saliendo de tiempos ajetreados los cuales nos han afectado en más de un ámbito. El 2019 se vivió una de las mayores crisis que de seguro quedarán plasmadas en nuestros libros de historia, el denominado “Estallido Social” alias el “El 18-O” en el cual el descontento de la ciudadanía se hizo notar de manera explosiva, con enfrentamientos con las fuerzas de orden, acciones que empañaron las demandas que ciudadanos manifestaron de manera pacífica.
Gracias a ese movimiento se pudo iniciar un nuevo proceso de redacción de una nueva Carta Magna. Sin embargo, esto fue sólo la punta del iceberg ya que en el año 2020 fuimos testigos de uno de los mayores acontecimientos del siglo XXI: la gran pandemia, la cual significó un retroceso en cómo entablar relaciones con otros individuos, dialogar, empatizar y salir de nuestros hogares, fueron dos años bastante largos, donde nuestro mundo se basaba en nuestro entorno y espacio, y aunque quisiéramos, no podíamos salir de él, estábamos completamente confinados en él, sin ninguna otra opción.
Cientos de días pasaron, muchos fallecieron a causa de esto, por lo que, me quisiera dar un espacio para darle mis condolencias a quienes perdieron a un ser querido a causa de esta pandemia. Retomando el tema principal de esta carta, los efectos post-pandemia fueron bastante notorios y se pueden ver en noticias recientes, en las cuales ha habido un aumento preocupante de la violencia, en especial la violencia en el colegio, es por eso que hago un llamado a que las autoridades escolares, para que tomen carta en el asunto, ya que no puede ser que el segundo hogar de un joven se transforme en una suerte de prisión mental y con violencia física.
Catalina Valladares