Señora Directora:

Debo manifestar mi profunda vergüenza con aquellos chilenos que, inspirados en una profunda ignorancia, perversidad, falta de misericordia y extrema arrogancia discriminatoria, marchan en contra de los migrantes, fenómeno que no sólo se manifiesta en Chile sino en el mundo entero. Quienes en Iquique marchan y queman las pertenencias de migrantes caen en las peores manifestaciones humanas en la historia, ligadas estas al Nazismo. Actuaciones como estas, están ligadas indisolublemente a lo peor de las miserias humanas “preñadas” de una soberbia egoísta e individualista, lindante con la psicopatía y alejada de valores solidarios como la hermandad y el amor fraterno que debería alumbrar la conducta humana.

¿Cuántos de esos inconscientes manifestantes conocen la historia de Chile, América Latina y el mundo? ¿Acaso han revisado su propia raigambre familiar? Sostengo que más del 70% de los llamados “patriotas chilenos” que repudian y maltratan a los migrantes, como toda la población de este país, provienen de familias extranjeras o, bien son mestizos. ¿Qué haría esa misma turba de manifestantes si los migrantes fueran “rubios y de ojos azules’’? ¿Les rendirían pleitesía? ¿Si fueran alemanes, franceses, ingleses o eslavos, los llevarían a sus casas, se sacarían la ropa para “arroparlos” y rendirles homenajes?

Ya es hora que los organismos internacionales y los gobiernos realicen una legislación internacional que regule el trato a los migrantes y a los seres humanos en general, proporcionando amparo y protección digna a cada persona en cada lugar del mundo. Situaciones como esta no pueden volver a ocurrir, ni en Chile ni en el mundo. El Gobierno de Chile tiene una particular responsabilidad, ni más ni menos que el propio Presidente alentó la llegada de los mismos ciudadanos venezolanos a los que hoy maltrata y reprime. Por un mundo solidario y una vida digna para cada ser humano.

Juan Luis Castillo Moraga
Ciudadano independiente