Señor Director:
Cuando La Corte Internacional de Justicia leyó su decisión en torno a las excepciones preliminares el Gobierno de Evo Morales lo celebró en extremo. Lo anterior, en función que entendió que la sentencia validaba los argumentos sobre los que se fundaron la demanda en contra de Chile. Es por ello, y por más que la Cancillería nacional no lo evidenciara, había una suerte de desconfianza en nuestro país torno a lo que sería el resultado a la hora que La Corte analizara el fondo de la demanda, y especialmente cuando se consideraba el resultado de la demanda del Perú en contra de Chile.
Sin embargo, el sólido resultado en favor de la posición de nuestro país dejó sin aliento a Evo Morales, quien no esperaba una sentencia tan perjudicial no sólo porque no le permite cumplir con sus promesas a su ciudadanía sino también porque condiciona su aspiración electoral.
Ante ello, y en una lógica reacción de desesperación, Evo Morales se aferró al último párrafo de la sentencia y por el cual el Alto Tribunal señaló que el Fallo no impide a que las Partes puedan continuar un diálogo en función de la necesaria buena vecindad que ha de existir entre los Estados a la hora de atender las cuestiones que afectan el desarrollo de los Estados sin litoral.
De esta forma, Evo Morales encontró una veta a explotar dentro de Bolivia en aras de señalar que la reivindicación marítima se encuentra vigente y que es irrenunciable en función de ser un derecho consagrado en la Constitución.
Pedro Díaz Polanco
Director de la Escuela de Administración Pública
Universidad Austral de Chile