Señor Director:
Las vacaciones siempre son visualizadas como un momento de descanso. Ideal para compartir actividades poco habituales y estar con la familia, sobre todo con los niños y jóvenes que disponen de un tiempo de receso de sus obligaciones. Sin embargo, no siempre todo es armonía. También pueden surgir conflictos que son parte inevitable de la convivencia familiar diaria.
Una forma de enfrentar la situación es escuchar necesidades, peticiones y siempre fomentar el consenso. Gestionar el tiempo para uno mismo, para la familia y para terceros también es una estrategia para que las vacaciones sean realmente una pausa de desconexión.
Todos deben procurar tener actividades propias, que les sean de agrado. Cuesta a veces entender que los hijos no siempre están en la misma frecuencia que los padres; se debe procurar no obligarlos a siempre cumplir los deseos de los adultos. La idea es que todos puedan disfrutar del tiempo libre y no estar siempre preocupados de complacer al otro. Pasar el tiempo en familia, debe ser un momento confortable y no un estrés.
Es importante tener en cuenta las expectativas reales de las vacaciones para que nadie se frustre ni haya enojos, vivir el momento, disfrutar cada día. Ser flexible en los panoramas, hay que recordar que se está de vacaciones y ciertas obligaciones autoimpuestas se pueden posponer. Por último, como padres dar el ejemplo y andar de buen humor es crucial para contagiar a los más pequeños.
Javiera Hernández Fernández
Psicóloga y coordinadora de Formación Integral
Universidad San Sebastián