
Don José Manuel Balmaceda, nace en Bucalemu, provincia de Santiago un 19 de julio de 1840. Fueron sus padres don Manuel José de Balmaceda Ballesteros y doña Maria Encarnación Fernández Salas. José Manuel, fue el primogénito de 12 hijos de una familia de ricos hacendados de Chile. Casado con doña Emilia Toro Herrera, descendiente directa del presidente de la Primera Junta Nacional de Gobierno de 1810, don Mateo de Toro y Zambrano, con quien tuvo seis hijos.
Balmaceda estudió de interno en el Colegio de los Padres Franceses de Santiago, para luego ingresar al seminario conciliar por una vocación sacerdotal de juventud, retirándose tiempo después para terminar sus estudios en el instituto nacional e ingresar a la carrera de Derecho de la Universidad de Chile y recibirse de abogado.
Con tan solo 24 años, asumió como secretario de don Manuel Montt Torres, quien fue presidente de Chile en el período 1851-1860 y que influiría fuertemente sobre el pensamiento político del prócer. Balmaceda abrazó la corriente liberal difundiendo su pensamiento a través de la “Revista de Santiago”, órgano del cual fue periodista. Participó activamente en 1869 en el Club de la Reforma y como gran orador intervino en las discusiones políticas de su época.
En su vida política, fue diputado por Carelmapu en cuatro períodos, nombrado mediador con la República Argentina durante el gobierno del presidente Aníbal Pinto (1875-1880), para impedir que dicho país participara en la Guerra del Pacífico. El presidente, don Domingo Santa María (1880-1885), lo nombró su canciller, cargo desde el cual posteriormente fue postulado para la presidencia de la república del periodo 1886-1891, elecciones que ganó por una abrumadora mayoría, asumiendo el cargo un 18 de septiembre de 1886.
Durante su gobierno, se desarrolló la industria y la economía del país; se amplió la red ferroviaria; se inauguraron los mega puentes sobre el Río Maule y el Río Bío Bío, y se inauguró el viaducto del Malleco, obras que hasta el día de hoy siguen funcionando. Se fundaron colegios; se canalizó el Río Mapocho; se creó el puerto de San Antonio; terminó el monopolio del salitre; mejoró el alcantarillado de Santiago; se crearon nuevos hospitales y cárceles y se generó gran cantidad de empleos. Luego de su gobierno, la gente se preguntaba “y después de Balmaceda, qué”.
Desavenencias con el congreso por la ley de presupuesto para el año 1890-1891, terminaron en la Revolución de 1891, en que la Marina apoyó al congreso y el Ejército al presidente, conflicto que terminó con las batallas de Concón y Placilla, en que las fuerzas de la Armada triunfaron.
Producto de la derrota, el presidente Balmaceda se asiló en la embajada de Argentina y luego de redactar cartas a su familia y un testamento político, se suicidó un 19 de septiembre de 1891, justo el día que acababa su mandato.
Hoy, una ciudad del país lleva su nombre y calles e instituciones en todo Chile le rinden homenaje. Concepción no es ajeno a ello y dio su nombre a una calle, a un colegio y a un centro dedicado al arte y a la cultura de la ciudad.
Alejandro Mihovilochich Gratz
Director Biblioteca Municipal de Concepción
Investigador del Archivo Histórico de Concepción