Señor director:

Uno de los pilares de la campaña del Presidente Sebastián Piñera fue “volver a la senda del crecimiento económico”. Por eso ante el alto crecimiento de su período anterior, no sorprende que sus tres colaboradores más cercanos regresen a los mismos ministerios que ocuparon en su primer gobierno. Felipe Larraín en Hacienda, Andrés Chadwick en Interior y Cecilia Pérez en la vocería, constituyen no solo el núcleo duro del comité político del mandatario, sino también fueron actores clave en su campaña.

En esta lógica pro crecimiento se explica la elección de ministros ligados al mundo económico en carteras sectoriales como Juan Andrés Fontaine en Obras Públicas y el ex canciller Alfredo Moreno en Desarrollo Social. Este último es una de las sorpresas y uno de los nombramientos que más críticas ha recibido, ya que pasará de presidir la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) a dirigir la cartera ministerial encargada de superar la pobreza y la vulnerabilidad de la clase media, por lo que su cercanía al empresariado genera resquemor tanto en la futura oposición, como en la ciudadanía.

Otro nombre para destacar es Gonzalo Blumel, quien fuera coordinador programático de la campaña de Piñera. Aun cuando su participación en este gobierno era obvia, la cartera que asume (Segrepres) se presenta como una de las más desafiantes. Esto debido a que bajo su rol de Secretario General de la Presidencia deberá negociar con el parlamento los proyectos de ley que presente el gobierno. Esta tarea será ardua si consideramos que el Congreso que asumirá en marzo será de los más complejos desde el retorno a la democracia, dado que en su Cámara Baja habrá una oposición moderada (Nueva Mayoría) y una oposición más extrema (Frente Amplio)

Por su lado Roberto Ampuero en Cancillería y Gerardo Varela en Educación también asumen grandes desafíos, ya que el ex ministro de Cultura de Piñera y ex militante comunista en su juventud, se hará cargo de las relaciones internacionales semanas antes de que el juicio con Bolivia en la Haya comience su recta final. Mientras que el ministro de Educación asumirá la cartera que más dolores de cabeza le dio a Piñera en su primer gobierno.

Por lo demás, este gabinete pro crecimiento no solo deberá enfrentar las siempre complejas tareas del Poder Ejecutivo, sino también deberá trabajar por cumplir la gran meta que se ha puesto la nueva coalición gobernante: lograr un segundo gobierno consecutivo de la derecha.

 

Lucas Serrano Barraza

Académico de Administración Pública

Universidad San Sebastián