Señor Director:
En todas las ciudades del mundo, al menos las que conozco yo en distintos países, el fenómeno de los vendedores ambulantes es una realidad. Hay diferencias en un detalle o otro, pero lo cierto es que es una práctica diseminada. La única distinción en la mayor o menor tolerancia de las autoridades y de la ciudadanía hacia ese fenómeno. Y por ende el rigor de los fiscalizadores y de las autoridades policiales.
En Concepción, no es distinto. El centro cada vez más repleto de vendedores que literalmente buscan un lugar al sol. Pero, a mi juicio, una cosa en ofrecer pañuelos y chiches de China que, supongo, están al día con sus obligaciones tributarias, de lo contrario actuarían las autoridades. Supongo. Pero otra cosa es ofrecer alimentos que tienen un alto grado de deterioro en días más cálidos, ofreciendo así un peligro a salud de los ciudadanos.
Basta una vueltecita por la zona cercana al Mall del Centro para verlo. Están ahí, a la vista y paciencia de todos los que deberían ejercer sus cargos en defensa de los ciudadanos, de los comerciantes establecidos, del erario público y en defensa de una ciudad que no aspire a convertirse en los peores ejemplos de ciudades que son controladas por mafias.
Mariangela Rojas