
La pobreza es un problema que repercute en la conciencia ciudadana en forma alarmante porque detrás de esas personas que sufren este drama hay angustia, hambre, desolación, frustraciones, mendicidad, violencia, abandono y más que nada marginalidad social drama humano que no se ha podido resolver en nuestro país, pese a los esfuerzos realizados por los diversos gobiernos y que han desplegado todos los medios disponibles para dar a conocer las medidas sociales dirigidas a este abandonado sector de la población y también del esfuerzo hecho por instituciones de ayuda solidaria que lo hacen con recursos propios.
Los que viven en la pobreza propiamente tal son seres humanos que están en cualquier rincón de una ciudad, durmiendo donde la noche los sorprende, comiendo lo que logran conseguir en su largo peregrinar por las calles y ya con sus cuerpos cansados buscan el sueño con la sola compañía de las estrellas que alumbrarán sus espacios solitarios y carentes de amor.
La indiferencia ante este drama humano llamado pobreza no nos permite imaginar que los días están contados para ellos, aparte de cargar sus penurias sobre sus propias espaldas, llevan también consigo sus angustias y problemas y no pensamos que a pesar de todas sus angustias y pesares son capaces de tener esperanzas e ilusiones.
Sin embargo no todo es insensibilidad en este mundo y así como hay personas indiferentes al dolor ajeno, existen otras personas que constituyéndose en grupos anónimos han puesto al servicio de los pobres su tiempo, su amor al prójimo y sus deseos de servir a los más necesitados y en actitudes silenciosas logran incorporar voluntarios a la causa benefactora a la que se han comprometido con la sociedad y en las noches heladas de los crudos inviernos, buscan a los pobres, los visitan, conversan con ellos y le dan comida caliente para que alivien el malestar que llevan incorporados en sus cansados cuerpos.
Todos los países por muy desarrollados que se consideren en el aspecto económico sufren las consecuencias del manto de la pobreza en alguno de sus sectores, aunque quieran disimular u ocultar esta cruda realidad y los gobiernos con mayor o menor sensibilidad social hacen denodados esfuerzos por disminuir la brecha que existe entre los que tienen mucho y los que tienen nada y en la práctica se ve que no bastan las buenas intenciones, sino se requiere una fuerte predisposición a combatir frontalmente la pobreza con medidas efectivas mediante buenos empleos, jubilaciones dignas, mejor educación para todos los niños, además de una oportuna y eficiente salud física y mental para todos los habitantes de este largo país, perdido en el confín del mundo.
Hugo Pérez White