Señor Director:
El duelo que hemos vivido la mayoría de los chilenos por la eliminación de la Selección, ha ido decantando y ya se puede intentar una reflexión con visos de racionalidad. Nos pasa algo similar al conocido verso “es tan corto el amor y es tan largo el olvido”. Ese sentimiento que nos entibiaba el corazón en los triunfos, hoy se diluye y aparece el sabor amargo de la derrota.
¿Por qué nos ha afectado tanto? La selección tiene una relevancia inédita en la sociedad chilena; de alguna manera ha reemplazado lo que era la religión o la política en décadas pasadas. Es ese deseo atávico de depositar en algo que nos parece superior, sueños, esperanzas, ilusiones y que fueron creciendo en la medida que la selección alcanzaba éxitos.
No es sano rasgar vestiduras y enarbolar ese maniqueísmo moral pendular tan dado a que somos los chilenos. El análisis tiene que ser objetivo y fundado. El único antecedente comparativo que tenemos es la selección del 62; allí se juntaron una dirigencia y un director técnico notables. Un grupo de jugadores de innegables condiciones futbolísticas y que su entrenador transformó en equipo con un trabajo serio y que trajo consigo un tercer puesto mundial que fue hito principal hasta la primera Copa América.
¿Es que no hubo jugadores de nivel posterior a ese evento? Por cierto que sí, pero el fútbol mundial había evolucionado a niveles que en Chile no se practicaba. El punto de inflexión lo marcan Rinus Mitchels y especialmente Johan Cruyff, quienes dan un giro completo a la manera de concebir el fútbol. Ya no sólo es destreza y habilidad innatas, también es estudio, método científico, rigor estratégico y disciplina táctica, es decir, la inteligencia y el método llegaban para quedarse. Esto lo aprendió de manera extraordinaria España a nivel de clubes y de selección que culmina con el título mundial el 2010. A aquella España le ganó la selección chilena en el Mundial 2014, lo que es a mi juicio el triunfo más notable que ha tenido en toda su historia. Pero, no fue casualidad.
Todo empezó con la llegada de Bielsa, genio estudioso e innovador de métodos, con un liderazgo y conducción del grupo pasmosa; potenció las habilidades de una generación a niveles insospechados, trabajo que culmina Jorge Sampaoli, uno de sus discípulos, con una labor similar, a la que añade genialidades pragmáticas que lo llevó a obtener la Copa América 2015. La selección chilena por vez primera tenía un estilo que paseó por el mundo. Pero, esto se puede perder como le pasó alguna vez a Holanda y es lo que sucedió con Chile. Sin liderazgo ni conducción, a pesar de una generación dorada, los resultados serán negativos.
Para que el país vuelva a saborear el néctar de la victoria se necesita un cambio profundo de quienes dirigen el fútbol y de quienes acompañan. Estudio y trabajo rigurosos; filosofía del fútbol para que se pueda teorizar con profundidad, como hace Bielsa o Menotti. Y que ese fruto llegue a todos los niveles, especialmente a los niños.
Salvador Lanas Hidalgo
Director académico
Escuela de Liderazgo USS