
Señor Director:
Chile es un país altamente contradictorio y ello queda claro por varias situaciones. Un ciudadano común y corriente con arma legalmente inscrita solicita autorización de porte en Carabineros y lo más seguro es que le den un rotundo no.
Otro ciudadano es sorprendido portando arma de fuego, por cierto ilegal, es detenido por la policía y la justicia lo deja libre por supuesta carencia de pruebas, es decir, el arma que portaba nada significa. Se llama a entregar las armas, pero los ciudadanos honestos a veces erróneamente las entregan y, ¿qué pasa con los delincuentes y sus balaceras que son casi permanentes, tienen armas a destajo y simplemente las usan y cero preocupación por los resultados?
Si un ciudadano honesto es víctima de delito, poco o nada puede hacer para defender lo que es suyo, a veces se interpreta erróneamente la legítima defensa y en un dos por tres pasa de víctima a victimario, es decir prima la injusticia por sobre la justicia.
Ahora ello no solo le pasa a civiles, también le ocurre a detectives y carabineros, quienes en procedimientos policiales hacen uso del arma que el estado le entregó para cumplir su misión, pero generalmente las cosas se ven en la comodidad de una oficina y en un estrado, y la visión que se toma es raramente pro policía. Se dice que los policías deben disparar después que se le dispare a ellos, pero la experiencia dice que los muertos no pueden hacerlo y por ello la lista de héroes policiales de la PDI y de Carabineros es inmensa.
Alberto Contreras Silva