“Cuando hombres y mujeres participan en relaciones sexuales ambas partes reconocen el potencial para crear vida. Si las dos personas lo hacen voluntariamente, entonces ¿no deberían tener ambos voz en si mantener o no al bebé resultado de esta relación?”.
La pregunta no es nueva, de hecho, la cita corresponde a un artículo publicado por Dalton Conley en la edición del 1 de diciembre de 2005 del New York Times. Pese a ello, la respuesta parece no estar clara incluso hoy, doce años después, cuando restan sólo horas para que el Tribunal Constitucional chileno emita una decisión histórica respecto a despenalizar el aborto en tres causales.
Tampoco está claro qué pasa cuando la relación no es consentida por ambas partes. ¿Quién debe decidir? ¿Puede un violador tener opinión respecto del futuro de un niño que engendró mediante un crimen?; en el caso de una menor de edad, ¿puede ser su propio padre quien decida?, ¿En qué ocasiones la voz del hombre y no solamente la de la embarazada debe ser oída?
Según el proyecto de ley actualmente en tramitación en el país es sólo la mujer quien debe decidir continuar o no con la gestación, determinación que ha causado preocupación en la población masculina
Algunos respaldan que sea la voz materna la responsable de resolver el futuro del embrión, otros acusan la existencia de ambigüedad y exclusión en la nueva legislación. Es el caso del director jurídico de la ONG Papás por Siempre, Carlos Michea. Para el abogado de esta organización nacida hace 23 años para la reivindicación de los derechos de los padres en las contiendas por tuición, “se ha hecho abuso de la ley de género al considerar sólo el parecer de la mujer, como si la concepción de un hijo fuera exclusivamente un tema femenino”.
Michea va más allá y radicaliza las posiciones al enfrentar, por ejemplo, la causal de violación. “La concepción del hijo -dice- es producto de un crimen y el criminal debiera pagar por su delito, pero a la vez, como participó en la concepción, moralmente debiera hacerse responsable de aquella criatura”.
El abogado estima que, incluso, esta doble responsabilidad podría anular el deseo unilateral de abortar. “Si la madre no quiere mantener el cuidado de ese hijo (y prefiere abortar) se debiera preguntar si el violador tiene la intención de ostentar el cuidado personal o la tuición, pero autorizado previamente por el tribunal de familia para determinar si es conveniente o no para el interés superior del niño”.
Otras voces, sin embargo, estiman francamente improcedente pensar siquiera en dejar a un niño al cuidado de un violador. De todos modos, sigue siendo la causal de violación la que mayores cuestionamientos plantea entre los hombres.
Por ejemplo, para Rodrigo Lorca, integrante de la agrupación “Lazos de familia” de Concepción, que reúne a padres adoptivos, el padre de una menor que ha sido víctima de violación por parte de un tercero. “ Yo soy contrario al aborto, pero en una situación de esa naturaleza, uno como hombre debiera tener la capacidad de tomar decisiones”, señala el ingeniero en alimentos de 52 años.
En el caso de las otras dos causales, agrega, la decisión debe ser de pareja.
El psicólogo Christian Basaul, cuestiona además el proceso de comprobación de la violación. Según su óptica, en casos en que el crimen pudiera ser cuestionable, debiera escucharse la opinión del padre. “Ante cualquier duda que pueda caber es un hijo lo que está de por medio, por eso es complejo”.
Para el periodista Maximiliano Alarcón, de 29 años y padre de una niña de 9, en tanto, coincide con la visión parlamentaria de poner de decisión en manos de la mujer. “Es la voluntad de la mujer sobre su cuerpo lo que debe primar. Lo mismo si eres parlamentario, médico o integrante del Tribunal Constitucional, debes actuar con el sentido de que la mujer tenga su derecho a decidir garantizado, sin que se interponga una iglesia, un partido político o cualquier institución”.
Para el abogado y académico de la Universidad de los Andes, Hernán Corral, que hace unos días expuso en la Universidad Católica de la Santísima Concepción, “la ley protege la vida del que está por nacer y es lógico que el constituyente se preocupe del que está más desprotegido”, lo que explicaría el énfasis de la toma de decisión por parte de la mujer.
Sobre las convulsiones que vive el proyecto, el académico detalló: “en la medida en que una sociedad es más pluralista, esta toma cada vez mayor relevancia y se hace más difícil legislar sin afectar a algún grupo específico”.